Las secuelas de la crisis ecuatoriana ponen de relieve la necesidad de invertir en la resiliencia de las organizaciones campesinas

Por Surita Sandosham presidenta y CEO de Heifer International

Little Rock, AR, 22 mar 2024 (IPS) - Los preocupantes y crecientres niveles de violencia en Ecuador desde año nuevo, seguidos por las inundaciones causadas por Fenómeno de El Niño, asestaron un doble golpe a quienes viven al día y son más vulnerables en el país.

Las familias y comunidades campesinas, que ya luchaban por ganarse la vida, vieron cómo se desbarataba todo el mercado de alimentos. El aumento de la delincuencia y la violencia hicieron más peligroso y difícil el transporte de las cosechas, los productos del mar y la carne al mercado, mientras se mermaba la demanda de los consumidores. Nos llegaron reportes de mujeres que permanecían día y noche en los centros de procesamiento para proteger sus negocios agroalimentarios, entre tanto los niveles de migración seguían aumentando.

A pesar de todo, y contra todo pronóstico, muchas comunidades siguen manteniendo el suministro local de alimentos, gracias a la colaboración continua con grupos de desarrollo local que han reforzado su ayuda en las crisis, ofreciendo un modelo para el desarrollo económico rentable y dirigido por la comunidad.

Muchas comunidades rurales de Ecuador han podido adaptarse a los efectos de los últimos acontecimientos con el apoyo de organizaciones locales, como Heifer Ecuador, la Red Mundial de Bancos de Alimentos y otras. Los esfuerzos de base para minimizar el impacto de estas crisis han reducido la magnitud de las pérdidas y el costo de la reconstrucción, así como ha disminuido la imperiosa necesidad de emigrar, lo que convierte a la resiliencia a largo plazo en una inversión estratégica para los sectores humanitario y de desarrollo.

Esta imagen de esperanza en Ecuador debería inspirar a la comunidad internacional para invertir más fondos y recursos en el fortalecimiento de las economías locales y rurales en América Latina y en todo el mundo, de modo que situaciones similares no hagan retroceder los avances en materia de desarrollo.

Para desarrollar la resiliencia a largo plazo es fundamental aprender y aplicar las lecciones aprendidas de anteriores crisis o factores de estrés.

Por ejemplo, en el punto más alto de la pandemia de COVID-19, los agricultores de Ecuador se unieron para juntar productos en centros de acopio especializados y desinfectados y crear cestas de alimentos para entregar a domicilio, dirigidas a familias de bajos ingresos. Mientras tanto, las comunidades establecieron mercados al aire libre con la ayuda del equipo de Heifer Ecuador para proporcionar a los agricultores un lugar seguro donde vender sus productos durante los periodos de restricción de movimiento. De este modo, las familias campesinas podían seguir ganándose la vida, al tiempo que apoyaban la seguridad alimentaria local.

Clemente Cáceres muestra un cangrejo recolectado. Los pescadores sólo pueden recoger cangrejos machos que alcancen la talla preestablecida. Quienes no cumplen esta norma son sancionados. Foto: Isadora Romero

Hoy en día, los agricultores aplican la misma flexibilidad y creatividad para mantener los mercados de alimentos en funcionamiento, a pesar de que las bandas criminales controlan carreteras y puertos clave. Esto incluye la adaptación de los horarios para transportar productos básicos como el café y el cacao a los puertos de forma segura.

Un segundo elemento de la resiliencia a largo plazo es anticiparse y prepararse para las crisis en la medida de lo posible. El Niño de 1997-98 trajo lluvias extremas a Ecuador, lo que provocó pérdidas agrícolas de más de 300 millones de dólares solo en febrero de 1998. Pero este año, adelantándose a la presencia de El Niño, Heifer Ecuador trabajó con sus socios para llevar a cabo un innovador estudio de las zonas de mayor riesgo con el fin de ayudar a tomar medidas preventivas para reducir las pérdidas y los daños agrícolas.

Los datos analizaron la amenaza potencial para 500.000 agricultores y productores de las provincias de El Oro, Esmeraldas, Manabí, Santa Elena y Guayas, y recomendaron medidas como el refuerzo de muros y barreras contra inundaciones, la mejora del drenaje del suelo y el almacenamiento y procesamiento de los cultivos para disminuir las pérdidas.

El resultado fue que esta vez las comunidades estaban mejor preparadas, con más información sobre lo que podían esperar. Se pusieron en marcha algunas acciones preventivas sencillas pero fundamentales para proteger el equipo de poscosecha de los centros de recogida de alimentos, entre otras cosas, lo que minimizó el impacto en los sistemas alimentarios y las economías locales.

Una de estas acciones preventivas en la provincia de El Oro consistió en la cofinanciación de marquesinas techadas para las asociaciones de agricultores que cubre y protege el cacao cosechado mientras se seca, una intervención que ayudó a evitar que el producto se mojara y perdiera su calidad durante la estación invernal. Del mismo modo, en Santa Elena, Heifer Ecuador y sus socios locales reforzaron el suelo alrededor de un centro de procesamiento de carne, canalizando el agua de lluvia fuera del perímetro del centro para reducir el riesgo de inundaciones y evitar el deterioro de la infraestructura del lugar.

Con comunidades más empoderadas y resilientes, la ayuda humanitaria puede asignarse mejor en momentos de necesidad urgente y con anticipación.

Mientras tanto, las vulnerabilidades que agravan el impacto de las crisis -como lo sucedido en el terremoto de magnitud 7,8 que sacudió Ecuador en 2016 y que causó cientos de muertos y miles de desplazados- deben abordarse mediante la reducción del riesgo de desastres a largo plazo, incluyendo mejoras en las infraestructuras y los sistemas de alerta temprana.

La eficacia de las respuestas a conmociones como el reciente conflicto violento y los fenómenos climáticos extremos dependen tanto de las decisiones tomadas en los años precedentes como de las adoptadas en el momento. Y como los fenómenos climáticos extremos son cada vez más frecuentes, invertir en resiliencia a largo plazo es aún más importante.

Al invertir en las asociaciones locales y trabajar para reforzar la resiliencia de las comunidades rurales y agrícolas, todo el tejido de la sociedad es más fuerte y estable. Este apoyo cuando Ecuador más lo necesitaba ha sido importante y este modelo puede ser replicado en otros lugares, puede ayudar a proteger a los más vulnerables en todo el mundo.

Este artículo fue publicado originalmente en inglés en: Inter Press Service

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